Ante una posible aparición de los efectos de la inflación, hablemos claro, no existiría prácticamente ningún escenario de protección nos pueda garantizar una protección del 100%. Sin embargo, existen diversas alternativas que pueden hacer trabajar nuestro capital.
Lo que sabemos a ciencia cierta, es que mantener el capital en el banco en forma de cash sería el peor escenario posible.
Podemos invertir en un activo u otro, pero debemos tener claro que el dinero en el banco, haya una inflación excesiva o moderada, genera una pérdida constante de capital. Debemos invertir en un activo (dependiendo de nuestro nivel de riesgo) que sepamos que nos va a dar una rentabilidad constante a lo largo de los años.
Hay muchas alternativas como ya hemos mencionado, pero en este artículo nos centraremos en los bienes inmuebles, las acciones, los bonos soberanos, los bonos corporativos, el oro y otros metales preciosos, y las materias primas.
- Bienes inmuebles. En un escenario de alta inflación, invertir en inmuebles puede ser una buena opción, actuando como activo refugio y haciendo que el valor de la propiedad aumente en relación a la inflación.
- Acciones. Hay muchos tipos de acciones, por lo que es cierto que es un activo complejo de analizar en pocas palabras.
Podemos decir que, en una situación de fuerte inflación, los precios de las acciones de las empresas subirían en relación con la inflación, como en el caso de los inmuebles. Sin embargo, los costes de producción de las empresas también aumentarían, por lo que esta solución sería menos atractiva. Aun así, serviría para protegernos. - Bonos soberanos: Los activos más seguros del mercado (ya que están respaldados por los gobiernos). Sería la peor estrategia de inversión a largo plazo en caso de inflación excesiva.
Pensemos que los bonos soberanos ofrecen rentabilidades muy bajas, y con la llegada de la inflación, el precio del dinero aumentaría en una proporción mucho mayor que la rentabilidad del bono, haciéndonos sufrir importantes pérdidas. - Bonos corporativos. Son activos emitidos por empresas. En un periodo inflacionario, el tipo de interés de estos bonos sería similar al de la inflación, por lo que también servirían como activo refugio para contrarrestar posibles pérdidas.
- Oro y otros metales preciosos. Se consideran un activo refugio. Los inversores, cuando hay riesgo de mercado, invierten en oro para protegerse.
Por tanto, en caso de inflación, el precio del oro (al igual que la plata, el cobre…) se dispararía, por lo que además de proteger nuestros ahorros, podemos llegar a ganar intereses. - Materias primas. Materias primas naturales. En un escenario de alta inflación, el precio de las materias primas subiría en la misma proporción que el coste de la vida (inflación), protegiéndonos de la inflación de forma segura.
En conclusión, si establecemos un orden de preferencia en una situación de inflación, podemos decir que el oro estaría en el primer puesto, seguido de los bienes inmuebles y las materias primas. Las acciones estarían más atrás, aunque siguen ofreciendo cierta protección. Como peores alternativas, tendríamos el efectivo, seguido de los bonos corporativos (dependiendo del tipo de interés que ofrezcan) y los bonos soberanos.