La caída más devastadora del mercado de valores en toda la historia de la bolsa de EE. UU., la crisis de Wall Street (seguida de la Gran Depresión).
En 1919, los Estados Unidos se encontraban como primera potencia mundial tras la I guerra mundial, con los felices años 20. Industriales y banqueros se convirtieron en héroes de la nación, eran admirados por toda la riqueza que habían creado de la nada.
La economía vivía además en una época de gran crecimiento, donde las fábricas americanas producían productos para la vieja Europa.
Para costear los gastos producidos por la I Guerra Mundial, se crearon los “bonos libertad”. Estos bonos pagaban rentabilidades muy elevadas (llegando hasta el 4,25%) a un riesgo prácticamente nulo.
El estado, al observar que la emisión de bonos había sido muy satisfactoria, decidió emitir un mayor número de productos financieros. Además, la bolsa fue abierta al público, ya que hasta entonces estaba restringida a profesionales, generando una mayor demanda.
La compra y venta de acciones se realizaba mediante las agencias de corretaje, donde se hacía de manera oficial.
Se llegó a crear un gran mercado alcista que parecía no tener fin, obteniendo grandes rentabilidades con un capital pequeño.
La Reserva Federal había aplicado una política expansiva, reduciendo significativamente sus tipos de interés, para que fluyera mas el crédito y se aumentara el movimiento de capitales para realzar la economía.
El problema fue que hubo un sobre-crédito por parte de los ciudadanos, ya que como todo el mundo sacaba partido en la bolsa, la gente quería conseguir más y más capital, llegando a apalancarse un 1:10 (10 veces su capital).
El acceso al crédito se volvió más que viable, y la Reserva Federal tuvo gran parte de la culpa. Debido a este exceso de apalancamiento, el precio de las acciones se empezó a inflar, alejándose así de sus valores reales, y los inversionistas, aunque de forma tardía, se empezaron a dar cuenta de lo que estaba ocurriendo.
La tendencia de la bolsa empezó a ralentizarse, y el malestar empezó a crearse entre los distintos inversores. El Miércoles 23 de octubre de 1929, la bolsa cayó un 7%, actuando como un indicador de lo que podría pasar al día siguiente, en el muy recordado Jueves Negro.
Jueves 24 de octubre. A primera hora de la mañana se produjeron grandes colas en las agencias de corretaje para vender los títulos que poseían debido al temor y el miedo que existía en Wall Street, rompiendo así la burbuja inflacionista en la que se encontraban.
Para frenar la debacle, los directivos de los principales bancos decidieron inyectar dinero en una serie de valores que presuponían fiables, los llamados “Blue Chips”.
El multimillonario Rockefeller se unió a la propuesta, y entre todos, lograron que la bolsa volviera a subir logrando revertir la sangría de precios, invirtiendo grandes sumas de dinero para volver a generar confianza en los inversores.
Desgraciadamente, esta inyección de confianza se vio cortada días después, llegando al Martes 29 de octubre de 1929, conocido como el Martes Negro.
La cotización de las acciones en bolsa descendió más que ninguna otra jornada en la historia de la bolsa de Nueva York, continuando dicho descenso hasta el mes de enero, donde se tocó fondo.
El crac de Wall Street no fue la causa de la Gran Depresión, pero sí marcó su inicio. El sector manufacturero redujo su producción, al igual que el de la automoción. El desempleo aumento, y con él la pobreza, llegaron las primeras colas para recibir ayudas sociales… en otras palabras, el tejido económico de los Estados unidos estaba roto.
Esta grave crisis económica se internacionalizó, llegando a prácticamente todas las regiones de los principales continentes, originando caídas en los mercados financieros, acelerando la tasa de paro y, como hemos dicho anteriormente, con un panorama poco favorable para el conjunto de la sociedad.
Como producto de esta grave crisis económica surgió la figura de Adolf Hitler, un joven soldado austriaco que empezó a abrirse el paso como el símbolo de la salvación económica y el poderío alemán.