En estos últimos días, ha existido mucho debate en torno a la tributación fiscal de España.
Por muchos debates, artículos de prensa, blogs… que existan, siempre existirán dos vertientes, los partidarios de impuestos elevados, para financiar los servicios que logren proporcionarnos mayor calidad de vida en nuestro país, y los que piensan que se podría seguir manteniendo los servicios que nos otorguen dicha calidad de vida con menores impuestos.
Podríamos intentar explicar por qué una es mejor que otra, de si la otra es mejor que la una, si varía en función de la situación del país… pero creo que es mucho más constructivo si tratamos la realidad tal cual es, describiendo qué es lo que está pasando en la actualidad.
El IRPF es un impuesto que grava a las personas físicas residentes en España. Los estados fijan lo que es ser residente. En el caso español, permanecer dentro del país 183 días al año.
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Como hemos dicho anteriormente, no vamos a debatir si son o no son tipos impositivos elevados. Vamos a ir más allá, analizando nuestro entorno.
Andorra es el destino favorito de los llamados “youtubers” por su baja tributación. Su IRPF es realmente bajo (un 10%).
Podríamos decir que Andorra puede permitirse unos impuestos tan bajos porque, al fin y al cabo, es un país pequeño, y por tanto puede permitirse recaudar menos.
Sin embargo, tenemos a nuestro vecino Portugal (gobernado por una coalición de izquierdas), en donde los residentes no habituales tributan al 20%, además de ofrecer a los extranjeros un IRPF especial del 10% durante 10 años.
Tenemos de ejemplo también a Irlanda (con un IRPF del 23%). Irlanda fue uno de los países más castigados por la crisis financiera de 2008. Su política se centró en una bajada de impuestos para fomentar la inversión dentro del país, actuación que ha proliferado, siendo el país que mas a crecido en toda la Unión Europea.
Tenemos otros países con una menor carga tributaria, como pueden ser Rumanía (27%), Estonia (33%), Bulgaria (30%), Reino Unido (35%) …
Con esto, no trato de decir que bajar impuestos incentiva la inversión, y por tanto fomenta el crecimiento (cosa que realmente sucede hasta cierto punto). Lo que trato de decir es que actualmente nos encontramos en un mundo globalizado, en donde podríamos decir que cada estado, es una gran empresa privada, empresas que tratan de competir entre ellas para ver quien consigue mayor financiación (tributación por parte de la sociedad).
Con el auge del teletrabajo, en un futuro muy próximo, las personas podrán elegir destinos independientemente de su zona geográfica laboral, de forma que existirá una redistribución geográfica de gran parte de la población.
Es aquí donde tiene que entrar España, otorgando un mejor clima fiscal para lograr atraer capital, inversión y lograr un mayor crecimiento,
Somos un país increíble, siendo uno de los de mayor calidad de vida, con un clima envidiable, con una economía estable (dentro de lo que cabe), con una situación geográfica muy favorable, con historia, gran diversidad cultural, apostando por la innovación social (siendo pioneros, por ejemplo, en el movimiento LGTBI), con gran diversidad paisajística, infraestructuras turísticas inmejorables, con una rica gastronomía, con las mejores playas de Europa, gran legado histórico y multicultural, con una de las mejores filosofías de vida…
¿Realmente creemos que, si ofrecemos un buen clima laboral, no vamos a ser uno de los países pioneros en obtener ventaja competitiva? Por supuesto que lo seremos.
Los impuestos elevados, seamos o no partidarios, desincentivan. Debemos atraer capital, y no solo eso, debemos retenerlo.
La polémica del Rubius ha dado un toque de atención, y debemos reaccionar. Esta podría ser una gran oportunidad para cambiar la tónica de nuestro país. España quedará marginada si no ofrece una ‘alfombra roja’ a las empresas y la sociedad en su conjunto.
No nos centremos únicamente en la bajada de tipos marginales, vayamos poco a poco. Podemos tapar agujeros de las desgravaciones fiscales, proponer un IRPF más plano y progresivo, sin alentar huidas hacia otros países, otorgar ayudas realmente efectivas a las empresas para lograr su crecimiento, repercutiendo así en la mejora de la situación laboral de los españoles, revisar las excepciones del IVA (tanto reducido como superreducido).
Agrandes rasgos, no nos centremos únicamente en negro o blanco, también existe el gris, y debemos empezar a pintar ya.
La elección es muy clara; o nos quejamos, o nos ponemos manos a la obra y empezamos a competir. Todo depende de nosotros.