Estos últimos días hemos visto como el bono a 10 años, ha pasado a pagar tipos de interés negativos, pero la pregunta es… ¿cómo hemos llegado a esta situación?
Cuando los agentes económicos disponen de ingresos, esos ingresos pueden transformarse en ahorro, y dicho ahorro puede ser destinado a adquirir bienes de consumo, bienes de capital o activos financieros.
Muchos de estos agentes deciden no invertir en bienes de consumo o bienes de capital debido al riesgo que podrían suponer, y deciden decantase por activos financieros, ya que cuentan con un abanico más amplio de opciones para poder mitigar dicho riesgo.
Entre este abanico de activos se encuentra la deuda pública de gobiernos solventes. Se considera un activo financiero muy atractivo, ya que diversifica su riesgo entre el conjunto de los contribuyentes, haciéndolo un activo muy seguro.
Si la demanda de deuda pública es muy grande y la oferta muy reducida, el precio de la deuda pública aumenta (como en cualquier otro bien), por lo que si la deuda pública sube, la rentabilidad del bono bajará, ya que no necesitará otorgarle un beneficio tan grande al inversor, pudiendo llegar incluso al terreno negativo (que es lo que ha pasado).
Pero entonces… ¿qué supone el ofrecer tipos de interés negativos? Bien, significa que el ahorrador que le preste a dicho estado su capital, obtendrá como capital final un importe menor al que le otorgó inicialmente.
Podríamos preguntarnos entonces qué es lo que gana un inversor que decide invertir en deuda pública, si depositando el capital en un simple depósito bancario obtendría su mismo capital, sin incurrir en pérdidas.
La respuesta es sencilla. Para ahorradores particulares, con pequeños importes de capital, es cierto que les beneficia tener un depósito bancario, ya que dichos depósitos están garantizados hasta 100.000 euros por el estado, y por tanto no les perjudicaría en absoluto.
Sin embargo, los que tengan una mayor suma de capital, no pueden permitirse depositar su dinero en un depósito bancario, ya que, en caso de quiebra por parte de la entidad, perderían gran parte de sus ahorros.
Pongamos que un inversor deposita 5 millones de euros en una cuenta corriente de una entidad. Al cabo de dos años la entidad quiebra, con lo que nuestro ahorrador perderá todo su capital, exceptuando los 100.000 euros que le avala el estado.
Es por esto por lo que los grandes tenedores de liquidez prefieren invertir en un bono del estado, que garantiza la viabilidad de su capital y le otorga un pequeño porcentaje de rentabilidad, incluso aunque tenga que pagar un pequeño interés para mantener su capital (en el caso de que los tipos de interés se vuelvan negativos).
En resumen, si un bono del estado tiene un tipo de interés bajo, significa que dicho país es solvente, ofrece seguridad, y por ello ofrece una menor rentabilidad.
Si en cambio un país ofrece un tipo de interés más elevado, significará que dicho estado ofrece una menor solvencia, y aplica una rentabilidad mayor para poder captar una mayor financiación por parte de los inversores.
Ejemplo práctico muy sencillo. Alemania es mucho más solvente que Venezuela, Alemania ofrece un tipo de interés a 0, ya que como está en una buena situación económica, no es necesario ofrecerles mayor rentabilidad a los inversores ya que aun estando en 0, van a querer invertir en Alemania.
Venezuela en cambio, es un riesgo para invertir, ya que en un momento u otro puedes ver como tu inversión se convierte en 0 por la mala situación en la que se encuentran. Es por ello por lo que tienen que ofrecer una mayor rentabilidad para captar capital externo.
Es aquí donde los inversores que quieren mantener su capital escogen países con una buena situación económica, aunque no le otorguen grandes rentabilidades, teniendo la tranquilidad de que su dinero está a buen recaudo sin ningún tipo de riesgo.